Luis Rosales
Poeta i assagista espanyol, nascut a Granada el 31 de maig de 1910 i mort a Madrid el 24 d'octubre de 1992. Pertanyent a l'anomenada Generació del 36, de la qual, en certa manera, va ser el seu cap visible, va deixar un fecund i brillant llegat poètic que, a mig camí entre la profunditat del sentiment religiós i la preocupació pel llenguatge, constitueix un dels millors exponents del que Dámaso Alonso va denominar "poesia arrelada" (és a dir, la poesia entranyable, de profund alè intimista, que centra la seva atenció en els fets i les figures de la quotidianitat que envolta el poeta: la família, l'amistat, el llar, el costum, la rutina, etc.). Poeta de gran influència entre les veus dels joves autors de les generacions que el van succeir, el conjunt de la seva serena i cada vegada més depurada producció lírica - que va reaccionar en el seu dia bruscament contra els excessos neogongoristas d'alguns dels poetes Garcilaso per postular un nou acostament a la sobrietat dels models clàssics - va ser reconegut el 1982 amb el prestigiós premi Cervantes, el guardó literari més important de les Lletres espanyoles i hispanoamericanes.
Integrat, des de molt aviat, en els principals cercles literaris de la capital espanyola i de la seva Granada natal, tot i l'orientació ideològica de la seva família - de clar biaix falangista - compartir amistat amb el poeta i dramaturg Federico García Lorca, que es trobava refugiat a la casa granadina dels Rosales quan va ser capturat pels qui haurien de afusellar.
Aquest vídeo pertany a una entrevista que li va realitzar Joaquin Soler Serrano, on parla de la detenció de Garcia Lorca
Aqui us deixo un retall d'un dels seus millors poemaris, La casa encesa.
Fragment de la seva obra La casa encesa (1971):
Ahora que estamos juntos
ahora que ha vuelto la inocencia,
y la disposición visceral de estas paredes,
ahora que todo está en la mano,
quiero deciros algo, quiero deciros algo.
El dolor es un largo viaje,
es un largo viaje que nos acerca siempre,
que nos conduce hacia el país donde todos los hombres son iguales,
lo mismo que la palabra de Dios, su acontecer no tiene nacimiento, sino revelación,
lo mismo que la palabra de Dios, nos hace de madera para quemarnos,
lo mismo que la palabra de Dios, corta los pies del rico para igualarnos en su presencia,
y yo quiero deciros que el dolor es un don
porque nadie regresa del dolor y permanece siendo el mismo hombre.
Todo llega en la vida por sus pasos contados,
la primavera y el verano, la ignorancia y la lluvia,
porque no hay nada gratuito,
no hay alegría, por pequeña que sea,
que no tenga que conseguirse
como la hormiga testaruda lleva su carga tronco arriba;
no hay alegría, por importante que nos parezca,
que no termine convirtiéndose en ceniza o en llaga,
pero el dolor es como un don,
nadie puede evitarlo,
las esperanzas, el amor, el dinero,
todos los bienes terrenales,
todos los bienes que llegan, o no llegan, en la vida ya el humo de las velas
siempre están contenidos por él y son igual que pájaros que vuelan sobre el mar,
y son igual que pájaros,
por más y más que vuelen nunca se apartan de su fin.
Ahora que estamos juntos
y siento la saliva clavándome alfileres en la boca,
ahora que estamos juntos
quiero deciros algo,
quiero deciros que el dolor es un largo viaje,
es un largo viaje que nos acerca siempre vayas a donde vayas,
es un largo viaje, con estaciones de regreso,
con estaciones que no volverás nunca a visitar,
donde nos encontramos con personas, improvisadas y casuales,
que no han sufrido todavía [...]
pero el dolor es la ley de gravedad del alma,
llega a nosotros iluminándonos,
deletreándonos los huesos,
y nos da la insatisfacción que es la fuerza con que el hombre se origina a sí mismo,
y deja en nuestra carne la certidumbre de vivir
como han quedado las rodadas sobre las calles de Pompeya.
Es el miedo al dolor y no el dolor quien suele hacernos pánicos y crueles,
quien socava las almas
como socavan la ribera las orillas del río,
y yo he sentido su calambre desde hace mucho tiempo,
y yo he sentido, desde hace mucho tiempo, que el curso de sus aguas nos arrastra,
nos mueve las raíces sin dejarnos crecer,
y nos empuja, y nos sigue empujando hasta juntarnos
en esta habitación que es ya un rescoldo mío,
en esta habitación en donde las baldosas se levantan un poco
y ya no vuelven a encajar en su sitio
como la tierra removida ya no cabe en su hoyo:
tal vez a nuestro cuerpo le ocurra igual…